La crisis ganadera amenaza con cierre de más ranchos
La crisis de la ganadería muestra signos preocupantes y para revertir la situación los Diputados y Senadores electos, deben rediseñar y aprobar nuevas políticas públicas orientadas a reforzar a todos los sistemas-producto para generar empleo e ingreso en el medio rural.
Por Néstor Escamilla
Aunque la crisis afecta a todas los rubros de la producción ganadera, la explotaciones con menos de 100 vacas son las que está sufriendo con mayor virulencia. Contracción no vista desde hace décadas, de acuerdo con información de productores y organizaciones ganaderas.
Según datos de la Unión Ganadera Regional de Tamaulipas (UGRT), el total de egresos para mantener 100 vacas en el rancho es de 270 mil 600 pesos, mientras que los ingresos, considerando un 70 % de destetes de 185 kilos promedio, es de 220 mil 150 pesos, con un diferencial bruto de menos 50 mil 450 pesos.
Y es que al igual que la nacional, la ganadería Huasteca está en crisis y es la más grave de la historia. Los ganaderos llevan años soportando pérdidas. Para muchos abrir cada mañana las puertas de sus ranchos supone perder dinero. Otros, han optado por cambiar de giro definitivamente ante la dificultad para desplazar su producción.
En esta agonía, en la que se debate la actividad, nadie se salva. Grandes, medianos y pequeños productores sortean “ como Dios le de a entender” los altos costos de producción, que han aumentado casi el 160 por ciento, y los bajos precios que reciben por la venta de sus animales.
“Las pérdidas son importantes, y en el peor de los casos, si vendes, los compradores tardan hasta 3 meses para pagar”, explica Héctor Betancourt, propietario del rancho “Los Lirios”, en “El Magozal”, norte de Veracruz, México, quien reniega de la situación y reclama soluciones.
"Se trata de una situación muy crítica a la que hay que buscar soluciones urgentes para evitar que la mayoría de los ganaderos decidan abandonar la actividad", destaca este hombre que ha diversificado su rancho como criador de Sardo Negro, Caballos Cuarto de Milla, borregos Dorper y cerdos Landrace.
Y aunque la subida del precio de la materia prima ha sido muy importante y roza hasta el 160% en ocho meses, lo que más molesta a los productores es la ridiculez del dinero que reciben por sus productos, leche o ganado.
Los desmedidos incrementos en los costos de todos los insumos y el desplome del precio de los becerros, provocan en estos momentos, que las empresas productoras de ganado bovino de cría presenten una dramática falta de rentabilidad.
Hay un ejemplo claro. Cualquier propietario de una rancho con ganado comercial en estos momentos recibe 17 a 19 pesos por kilo de carne del animal vivo, influenciado además, por la Ley Cool. En el 2006 el productor recibía por ese mismo kilo de carne 26 pesos a puerta de corral.
Y otro ejemplo: un productor de ganado bovino percibe 18 pesos en promedio por cada kilo de sus becerros. Unos kilómetros más adelante, en el supermercado, el kilo de carne de res se vende a 60 a 80 pesos. "Hay un 380% de margen y eso es un robo, tanto al productor como al consumidor final", alegan productores.
La venta de hembras en los dos últimos años para paliar la situación es indicativa de la liquidación de los inventarios. A ello se suma la mortandad de vacas, toros viejos y crías en los ranchos en lo que va del año por los estragos de la sequía y de la falta de recursos para proveerles alimentos y agua. "Una vaca se come a otra", para evitar que las demás mueran de hambre y sed.
Y esto, tendrá una consecuencia tan lógica como preocupante. La sequía es la puntilla para el sector ganadero, con los estragos que causa este fenómeno meteorológico, las vacas retrasan sus ciclos, absorben embriones, abortan y pierden en promedio unos 50 kilos de peso corporal, lo que pone en riesgo el nacimiento necesario de becerros para el año próximo y la oferta futura de carne y leche.
Además, de acuerdo a información de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), desde julio del 2008, por efectos de la Ley Cool, las exportaciones de becerros disminuyeron de 1.2 millones de cabezas promedio por año, a 700 mil en el 2008.
La crisis de la ganadería va de la mano con factores políticos, económicos y climáticos. Y también la lechería que, a diferencia de la primera, está en franco descenso en cuanto a niveles de producción, superficie utilizada, cantidad de productores, establecimientos y animales.
Ante este escenario poco alentador y para enfrentar la dramática situación que viven los ganaderos de México se requiere un cambio profundo tanto de políticas públicas como de actitudes de los que hacen política y que el Gobierno se muestre dispuesto a acometer la problemática con acciones contundentes tendientes a revertir la aguda crisis que atraviesa el sector.
Por ello, no se debe pasar por alto que los productores de becerros, son la base de la industria de la carne en México y significan el eslabón más débil de la cadena, porque es a quien repercute cualquier vaivén de la actividad.
Sin embargo, el discurso presidencial y que tan buenos resultados le ha dado en otros escenarios, oculta la realidad real y silencia el sistema estadístico.
Si el gobierno no muestra su preocupación y respaldo para salvar la falta de evolución de la ganadería, la falta de políticas de estado podría llevar, según las apreciaciones de calificados opinantes, a la importación total de la carne que la población mexicana, cada día más empobrecida, está demandando.
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